El domador

Era su primer día, había luchado mucho para encontrar un trabajo y no podía decir que no. Aunque la paga no era muy buena decidió presentarse a la prueba. No había podido dormir en toda la noche por los nervios, por eso que apagó el despertador sin darse cuenta. Tres cuartos de hora más tarde saltó de la cama y se vistió como pudo, nada de peinarse, lavarse la cara o desayunar, además, como siempre pasa, el autobús llegó tarde. La primera impresión para el director de casting, no nos vamos a engañar, no fue muy buena.

Allí estaba él, frente a ese león con tantos dientes como pelos, un instante antes de que ocurriera lo peor.

Hacemos tantas cosas por amor…

(…por amor al dinero, claro.)